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Una bonita ración de delicatessens para acabar la temporada (Soria y Pirineos) - (Pirineos y Vcia.)

9 - Septiembre - 2010 /1 Comentarios/en cicloturismo

Cambio radical de sensaciones en mi última semana de temporada. El viejo sueño se cumplió: AUBISQUE y TOURMALET el mismo día!!! (¡Gracias, Marta!). Y no sólo eso: preciosos recorridos en Soria, subida a Cotefablo en Ordesa y almuerzo con Rodadores.


Centrémonos a continuación en los Pirineos, tras el periplo soriano.

 

El primer día en los Pirineos dejé aparcada mi "Gerolsteiner" en el apartamento que teníamos alquilado en Biescas. A falta de los propietarios del alojamiento, nos atendía una abuelita, la madre del dueño, que no sabía de tarjetas de crédito, sino de cartillas, y te atendía cuando la encontrabas regando las plantas de su jardín, al lado del apartamento. Así de familiares son por tierras aragonesas. La verdad es que me encanta ir a Aragón. La gente está hecha de otra pasta. Hay una cordialidad en el ambiente que difícilmente se puede encontrar en otro lugar.

 

Aprovechamos para visitar Artouste, en Francia. Es de esas cosas que apenas tienes tiempo de hacer cuando vas a la Quebrantahuesos, con lo que acabamos al fin en el trenecito dichoso, que te conduce por unas vías situadas a lo alto de las montañas, a las que subes con un teleférico, al otro lado del lago que está a unos diez kilómetros de la cima del Portalet. Tras comer una lasaña, tocada con las cochambrosas manos del cocinero francés. Debe ser que no tenía aprobado el curso de manipulador de alimentos, o quizás el aroma de sus dedos le daba un sabor especial a la comida. ¿Quién sabe?

 

Será cuestión de quedarse con el paisaje. Sinceramente, una excursión muy recomendable, donde las marmotas son las reinas del lugar, y en la que se llega con el tren a un lago a casi 2000 metros de altitud.

 

 

Al otro lado de la carretera del Portalet, junto al teleférico de Artouste.

 

 

Vistas del lago y de la carretera del Portalet, desde arriba del teleférico. 

 

 

 

Vista paronámica desde el tren de Artouste.

 

 

Lago a casi 2000 metros de altitud, al final del trayecto del tren.

 

 

¿Podía estar el agua más limpia?

 

Segundo día en los Pirineos. Esta vez, la visita a Francia, de nuevo desde Biescas, alcanza la mítica del ciclismo. Junto a la Quebrantahuesos de este año, con el aspecto épico y de compañerismo sin límites con Moiso y Diego, se trata del momento más emotivo, y de mayor satisfacción del año. Quizás mis primeros Degollaos, mi primera Pedro Delgado, mi primera Quebrantahuesos, mi primera ascensión al Veleta, o a los Lagos de Covadonga, o mis campeonatos de la Montaña y contrarreloj con Rodadores... todo eso fue genial, pero alcanzar la cima del Aubisque, del Soulor y del Tourmalet el mismo día... ¡no hay nada igual! Los próximos retos deben ser los Alpes, los Dolomitas, la París-Roubaix y el Tour de Flandes. Todo se andará. Espero que me dé tiempo a hacer todas estas cosas, pero os puedo asegurar que este capítulo es uno de esos que quedan para el recuerdo. Como os comentaba en el post anterior, ya hace años que quise hacer esta ruta con Moiso, Pere, Rober y Jorge Córdoba. Por aquel entonces me acababan de contratar en Alcoy y no era cuestión de pedir vacaciones recién incorporado al trabajo. ¡Cómo pasa el tiempo!

 

Salimos de Biescas a Laruns. Desde este pueblecito francés he subido los tres últimos años el Portalet, hacia la frontera española. Esta vez no me quedé con el gusanillo de girar a la izquierda. Siempre había seguido recto, según la indicación de "Espagne". Era el momento de ir en dirección "Col d'Aubisque". Y allí estaba Marta, siguiéndome con el coche y tomando algunas fotos de esos mágicos momentos que quedarán grabados por siempre en la memoria.

 

El Aubisque, desde Laruns, tiene 17.3 kms al 6.9%. Los cinco primeros, hasta Eaux Bonnes, son más o menos llevaderos, con una pendiente alrededor del 5%. A partir de Eaux Bonnes me fui cruzando con ciclistas suizos, que estaban haciendo algo así como la Transpirenaica. Ese día iban a Lourdes. Yo, un poquito más lejos, al Tourmalet... A partir del sexto kilómetro, todos, salvo uno al 5%, son muy constantes, entre el 7% y el 8.5%. Es una pasada de puerto, con unos paisajes increíbles. La verdad es que lo subí muy bien, bastante mejor que los Lagos en 2007, lo cual todavía me descoloca más en cuanto a mi bajo rendimiento en la Pedro Delgado... Sólo pasé un momento de debilidad, a falta de unos cinco kilómetros, después de uno de esos túneles en los que hace gracia leer "Teruel resiste". Pero la Coca Cola que me dio Marta antes de Gourette, avituallamiento en marcha y, por supuesto, sin tirar el bote al suelo después, todo sea dicho, me salvó la vida. Desde Gourette hasta el final ya se asimilaba a un puerto corto, aunque muy duro. Son los kilómetros de la plena satisfacción. No se trata de subir a tope, sino de subir a un ritmo aceptable para poder disfrutar del paisaje. Estas cosas pasan pocas veces en la vida. A un kilómetro del final hay un bar. Ahí había algunos de los suizos de la ruta que os comentaba antes. El maillot de Unión Ciclista Rodadores delataba que soy español... Y ahí estaban ellos gritando "¡venga, venga!". Yo, con la sonrisa en la boca, viendo el final cercano y, sobre todo, que Marta estaba allí. Se agradece muchísimo.

 

 

Al inicio del Aubisque, lo peor estaba por llegar.  

 

 

Últimos kilómetros del Aubisque, el reto estaba cerca...

 

 

¿Campeón de la montaña? Dejémoslo en que había ascendido un auténtico coloso pirenaico.

 

 

 

Desde el Aubisque, me lancé en el descenso hacia Argèles-Gazost, pasando por la cima del Soulor, que por esta vertiente es muy sencillito, apenas un par de kilómetros al 5%. Es una gozada bajar este tipo de puertos. Con lo torpe que soy, iba adelantando a los coches sin necesidad de hacer locuras. Va a ser que las bicis son para las bajadas, ¿o eran para el verano?

 

En Argèles-Gazost me subí al coche. Me parecía excesivo dejar a Marta sola hasta Luz St. Sauveur después de todo el día a mi merced. Así que fuimos juntos, escuchando una emisora francesa de música, hasta la mítica población. Y desde allí, ya se sabe... alcancé el mito. Habrá puertos más duros, con más kilómetros, con mayor pendiente media, con mayores pendientes máximas... ¿y qué? No hay ningún otro que alcance de una manera tan sobresaliente la mística y el romanticismo de la parte más emblemática de nuestro deporte. Señoras y señores, con todos ustedes, el Tourmalet.

 

¿Qué voy a decir que no haya dicho antes? Simplemente deciros que subí desde Esterre, junto a Luz St. Sauveur. Son 18.8 kms, al 7.5% de pendiente media, tremendamente constantes. Las rampas más duras se concentran poco más tarde de Barèges y, sobre todo, a partir de La Gaubie. Los últimos kilómetros son mortales, apenas se baja del 8% de pendiente media y, eso, en un puerto tan largo, es mucho. Parece una tontería, pero hay una diferencia muy grande entre un 8% (pendiente habitual del Tourmalet) y un 6% (la del Veleta), si bien este último tiene mucha más longitud, y otras circunstancias que lo hacen también muy exigente (altitud, peor carretera, viento en los últimos kilómetros...).

 

Subí relativamente bien, aunque me notaba más cascado que en el Aubisque. El esfuerzo anterior se tenía que notar. Os dejo con algunas de las fotos. Más vale una imagen que mil palabras... 

 

 

A cuatro kilómetros de la cima. ¡Último avituallamiento! ¡Qué bien supo!

 

 

Ascendiendo rampas a falta de 2-3 kilómetros del final.

 

 

El mítico restaurante de la cima del Tourmalet.

 

 

Vista panorámica de la vertiente desde Luz St. Sauveur

 

 

No lo podía creer... ¡Aubisque y Tourmalet el mismo día!

 

 

La imagen de un sueño hecho realidad.

 

 

Haciendo el tonto...

 

 

Otra imagen imborrable en mi memoria. De repente, estaba fresquísimo... ¡subidón de moral!

 

 

En bici, últimos metros de la vertiente de La Mongie.

 

Después de esto, ¿qué más puedo decir? No hay mejor manera de acabar una temporada. El último recuerdo no podía ser el de la Pedro Delgado, y éste ha superado con creces todas las expectativas. En los últimos kilómetros se me pasaron por la cabeza muchos momentos, ya son diecinueve años dedicados a la bicicleta de carretera. ¡Se dice pronto! Y esa última rampa del Tourmalet, terriblemente empinada, increíblemente mágica... esa rampa resumió tantos y tantos esfuerzos y satisfacciones de tantos y tantos años dedicados al cicloturismo.

 

Y aún hubo más. Tras volver a Biescas por carreteras secundarias francesas (a años luz de las españolas, todo sea dicho... mucho mejor señalizadas las nuestras), nos trasladamos a Torla. Tras un día de senderismo por Ordesa, decidí montar otro día más en bici, y subir el puerto de Cotefablo, desde esa misma localidad. Ya os pasaré las altimetrías, como os he comentado en el post anterior con el circuito de Soria. Son unos doce kilómetros, con dos tramos de subida bastante pronunciada, pero sin pendientes exageradas, y unos kilómetros de descanso en la parte central, alrededor del pueblo de Linas de Broto. En este aspecto se parece un poco a la Montalbana, pero creo que es bastante más duro, al ser más larga la parte dura inicial que la del puerto de la Serranía valenciana. Si esta ascensión destaca por algo, es, sin duda, por su belleza. No se puede esperar menos de un puerto de montaña que abre las puertas a uno de los parajes más bellos de la Península Ibérica, el cual, dicho sea de paso, es Patrimonio de la Humanidad.

 

Para terminar, al día siguiente, con las piernas algo cargadas por el viaje, aún tuve ganas de salir con mis buenos amigos de Rodadores. Desde la Quebrantahuesos no iba en bici con Diego, ni tampoco había coincidido apenas con Moisés (en bicicleta, está claro, que en otros ámbitos también se les puede ver...). Fuimos a Cheste por Calicanto, volviendo por Vilamarxant. Fue un día de reencuentros con los amigos de la bici, y eso es mucho decir. Porque los de la bici se eligen, no te los encuentras en un lugar en el que tienes que estar por obligación... La vuelta más sonada fue la de José Luis Moreno, que desde una etapa a principio de temporada, a Bugarra, no le había vuelto a ver.

 

¿Lo mejor del día? Quizás ver cómo Moiso se zampó por equivocación el almuerzo de Luis, un amigo de Lo Rat Penat que vino con Paco, o don Francisco de Casa...

 

Este sábado fui muy bien, no esperaba estar así... De todos modos, ahora voy a parar un poco, y a dedicarme a otros asuntos. Cuando digo que dejo la bicicleta, o que he acabado la temporada, realmente es mentira. O no. Ahora empiezo a contar la temporada 2011, y desde esta misma semana ha comenzado ya mi particular pretemporada, en la que combinaré la bicicleta con la carrera a pie, la gimnasia, el senderismo y, probablemente, el pádel. Viene bien desconectar un poquito para coger luego la "Gerolsteiner" con más ganas.


Última actualización 10/09/2010 0:55:17

Moises Orgaz Perez 11/09/2010 12:09:55

Ei Vicente k fotos!!! Que envidia, por cierto o la fotografia engaña como la tele o estas mas grande. Al final a lo largo del tiempo nos vamos a cambiar los papeles. Tu de escalador puro a clasicomano y yo al reves. JEJEJE lo que es la vida. Intentare coger este año lo maximo que pueda la bici los fines pero no prometo nada. Nos vemos


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