Diario de un hombre cansado...

Si os cuento los entrenos de la semana pasada... poco hay que mencionar. Una etapa cortita entre semana, por el recorrido habitual a la "Sevillana", y otra de un par de horitas el domingo, transitando por terreno rompepiernas, por distintas carreteras que circundan la refinería, la central de Elcogas (una IGCC, "integrated gasification combined cycle" para más señas) y el pueblo de Villanueva de San Carlos, más conocido como "El Pardillo".

El resto de la semana: trabajar, trabajar, trabajar... y en los ratos libres, seguir trabajando. Con una punta de trabajo así, uno añora la bicicleta, ve cómo le cambia el humor (aunque no mucho), y añora el momento en el que pueda salir como Dios manda. Hasta entonces, habrá que esperar. Pero la semana que viene, cuando todo habrá acabado, está a la vuelta de la esquina, así que no hay problema. Seguiremos trabajando, trabajando, y trabajando, no sé si con los frutos adecuados, pero al menos sabemos que pronto se acabará este suplicio.

Lo más destacado de esta semana fue que seguí saliendo con mi bicicleta más antigua, la vetusta Zeus con el cuadro de acero, que ya tiene dieciocho añitos. No sabéis cómo la quiero. Me va el rollo retro. Para colmo, en los tramos de largas rectas, me acoplaba al manillar de triatlón... y a rodar se ha dicho. La verdad es que es una gozada. Cualquier día me voy a comprar un maillot de ganchillo, me voy a colocar un bidón en el manillar y voy a atar una cubierta a la espalda. Capaz. Lo único es que, entre el peso de la propia bicicleta, y el que le aporta el manillar de triatlón, a uno le cuesta subir los repechos sobremanera. ¿Y qué? Tampoco voy muy mal, y seguro que en cuanto coja mi Specialized, que todavía está solita la pobre por Madrid, voy a notar mucho la diferencia. Se nota, sobre todo, cuando coges una subida después de un descenso. Una vez se acaba el tramo de la inercia, hay un momento en el que es un poco complicado mantener el equilibrio. Después de una centésima de segundo en la que dudas acerca de tu inestabilidad, todo vuelve a su cauce...

A modo de curiosidad, ya al llegar, me vi a un par de abueletes que salen todos los días a andar por la misma carretera. Le tienen verdadera querencia. Curioso. Antes, aún era normal, pero ahora que está mucho más transitada lo veo un poco absurdo, más que nada porque no tiene mucho arcén. Pues bien, uno de los dos apoyaba el bastón dándole la utilidad que se le supone. El otro lo llevaba en horizontal, sujetándolo con la mano derecha con una fuerza inusual. Por un momento levanté la mirada de mi baja perspectiva, al estar rodando apoyado al manillar de triatlón. ¿Para qué llevaba el bastón si no lo utilizaba? ¿Sería "el tío la vara"? Nunca lo sabremos.

Más cosas. Ya estoy inscrito en Los Degollaos. Diego también vendrá. ¿Alguien más? Ya sabéis que os la recomiendo sin ningún género de dudas. La mejor marcha que hay. Casualidades de la vida, después de haber sido el dorsal 1313 hace 2 ó 3 años en la Perico Delgado, esta vez me ha tocado el dorsal... ¡trece!. Comentándolo con David, me ha encantado su idea... voy a copiarme de Cancellara, y le voy a dar la vuelta al dorsal. Quedará gracioso. Lo que no podré hacer será rodar como él. No creo que dé para tanto mi entrenamiento.

Por otra parte, deciros que a partir de la semana que viene comenzaré a organizar la etapa por la Sierra de Madrid. Ya lo tengo todo pensado, incluso he conseguido una casa en Madrid para dejar las bicicletas el domingo y poder ir tranquilos a ver el final de la Vuelta a España sin necesidad de tener que volver al hotel. No diréis que no me lo curro... ;) En cuanto quede liberado de todo el trabajo que tengo ahora, os daré más detalles.

Y, por último, mostrar mi alegría por las decisiones tomadas en la última reunión. Vamos por el buen camino. Está muy bien tener un presidente con las ideas tan claras y que trabaje así por el club.