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Quebrantahuesos 2009

22 - Junio - 2009 /1 Comentarios/en cicloturismo

Al fin llegó el día. Paco y yo superamos el reto. ¡Ya tenemos los huesos quebrantados por este año! No sé qué reto nos pondremos el año que viene, pero de momento este año ya hemos cumplido...


La verdad es que hoy estoy exultante. ¿Por? Ya sé que a las horas a las que escribo esto está Patricia Conde por la tele, y eso siempre acompaña, pero esta vez se debe a otro detallito. Otro año más, un par de "rodadores" han superado la marcha de más renombre en nuestro país. Sin olvidar, por supuesto, al amigo de Paco, Raúl, que estuvo con nosotros en el hotel y, por supuesto, andaba como un tiro.

 

Para poner en antecedentes al personal, el sueño de superar este año la Quebrantahuesos viene de lejos. La inscripción fue una auténtica odisea. Paco y Raúl lo consiguieron a la primera. Prácticamente nadie a la segunda. Y yo a la tercera, gracias a Eloy... Yo soy de los que piensa que la gente está muy obesionada con esta marcha, y hay otras que pueden resultar tan atractivas por recorrido como ella, llámense "Cuevas del Soplao", "La Sufrida", "Larrau-Larrau", "Pedro Delgado", "Moratalla" o "Sierra Nevada Extreme", pero hay dos cosas que hacen que esta marcha resulte muy especial: la mitología de los Pirineos y el público.

 

No creo que la Quebrantahuesos deba considerarse una carrera, sino un conjunto de 8500 retos personales. Cada uno con sus facultades, entrenamientos y pretensiones, a disfrutar del momento. Para mí, que este año ha sido la quinta marcha, creo que ha sido tan "cicloturista" como la que más, aunque sea evidente que resulte un negocio tremendo, obviamente.

 

Así, por ejemplo, Raúl me pareció un crack de este deporte, que con muy pocos kilómetros es capaz de hacer maravillas. Paco iba a disfrutar de la marcha CICLOTURISTA y yo, con los eternos alicientes de la superación de la alergia en esta época. Y creo que cada uno cumplió sobradamente sus objetivos. A partir de aquí hablaré desde mi punto de vista, porque al fin y al cabo es el que realmente conozco...

 

Esta es la cuarta temporada que vivo en Puertollano. Eso significa que es el cuarto año con alergia muy acentuada al polen de gramíneas y olivo en los meses de mayo y junio. Hace cuatro años la enfermedad era terrible, tanto que me tenía que subir al coche destrozado en la etapa de Andilla. Hace tres, poco mejor. Recuerdo que apenas podía seguir al segundo grupo de la peña en la etapa de Siete Aguas y que me costó bastante completar la etapa de Albentosa. Así, el año pasado me planteé que la alergia no iba a poder conmigo. Costó, pero no pudo. Muchas vacunas, viajes a la costa en mayo-junio para poder salir en bici, y vida enclaustrada entre semana (sin poder entrenar en condiciones) para no exponerme al polen. Y con esas condiciones, y una buena dosis de testiculina, pude acabar en 2008. 

 

Este año la situación era más compleja. Varias lesiones en invierno que me impidieron hacer gimnasia y correr, parón de entrenamientos en marzo y abril por cuestiones de trabajo, y un año mucho peor para los alérgicos... ¿qué hacía yo allí? La verdad es que eso me planteaba muy seriamente hace dos meses. "¿Para qué me habré inscrito?". El plan estaba claro. Si a mediados de abril apenas podía llegar al kilómetro 90 en una etapa de media montaña, la cuestión era coger fondo con etapas cada vez más largas. Estos dos meses he subido varios puertos para ir progresando: Abantos y Cruz Verde (Madrid); Laguna Negra (Soria); Pulido, Niefla y Valderreprisas (Ciudad Real); Majalinos, Villarroya y Cuarto Pelao (Teruel); El Remedio, Villar de Tejas, Mataparda, Chirrichana, Caroche, Cerro de la Nevera, Oronet, Alcublas y Montmayor (Valencia) y Eslida (Castellón). Ffff, ¡da pereza sólo de pensarlo!

 

La cuestión es que en las últimas semanas, con suerte dispar, he hecho "Los Degollaos" (¡excelente marcha!), "Valle de Ayora-Cofrentes" (grata sorpresa en el calendario, repetiré), "Siete Picos de Requena" (¡durísima!) y "Javier Castellar" (no le tengo especial aprecio, pero sirve para obtener el diplama del Circuito de Ciclismo a Fondo...), una preciosa etapa por la provincia de Soria y tres más que interesantes con UC Rodadores: Eslida (¡menudo pajarón a base de series en los puertos!), Andilla (bonito descubrimiento de puerto en La Pobleta) y Ahíllas (con el Remedio de por medio). En estas últimas, la compañía de Juanito, Moiso, Fernando y Paco vino muy bien para hacer las etapas sin parar a almorzar. Y, después de todo esto, ¿qué? Si el 9 de mayo tenía las fuerzas justas para acabar dignamente la marcha de Ayora, que representa un 60% de la dureza de la Quebrantahuesos, ¿habría conseguido reunir las fuerzas para completar el 40% restante?

 

El día anterior fui a dar una vuelta por Ordesa. Vale la pena ir con algún día de margen para poder hacer este tipo de excursiones. Este parque natural presenta unas belleza paisajística incomparable. Me queda mucho por ver, está claro, pero es de lo más bonito que he visto en mi vida, junto a St Gilgen (Austria). Lo malo, la lluvia insistente que caía amenazando la ruta del día siguiente. Pese al chubasquero, mi maltrecha salud post-alergia sucumbió a las gotas de lluvia y me hicieron caer en un resfriado. ¡Dios! Afortunadamente unos medicamentos por la noche me recuperaron un poco (¡gracias, Vanessa!). 

 

Por la tarde, a por el dorsal. Paco coincidió con Beloki. Yo, con José María Roqueta, el organizador de Los Degollaos, que ya me conoce muy bien (llevo ya cinco años seguidos acudiendo a mi cicloturista favorita por las tierras de Teruel), quien me presentó a un hombre que iba a completar su decimonovena Quebrantahuesos. ¡19 de 19! Por cierto, le daba un aire a Juanito... y de paso conseguí hacerme de una vez por todas con la equipación de Los Degollaos.

 

Alojados en Larrés, a 6 kilómetros de Sabiñánigo, la mejor opción era acudir a la salida en bici. Y así lo hicimos. De paso, ya salíamos habiendo calentado. Pese a llegar a la salida media hora antes del comienzo de la marcha... ¡salimos de los últimos!.

 

Raúl se fue hacia adelante como un tiro. Creo que le aguanté rueda un par de kilómetros. ¡Guau! Yendo a su ritmo mi corazón latía a 170 pulsaciones por minuto y, viendo la experiencia del año anterior, no era plan... Paco, a su aire, por detrás, no sé si silbando incluso.

 

Nos plantamos en una hora en Castillejo de Jaca, superando la primera parte (¿llana?) del recorrido. Impresionante ver Sabiñánigo plagado de gente animando a las 8 de la mañana, o la pasarela que cruza la carretera nacional en Jaca con la gente agolpada para poder rendir tributo a los "esforzados de la ruta". La verdad es que resulta alucinante estar ahí metido. Se te pone la piel de gallina.

 

Pronto vinieron los primeros repechos, que conducían al Somport, frontera con Francia. Un puerto que hay que subir a ritmo, porque de lo contrario se puede pagar en los siguientes. Como anécdotas, os comentaré un par de ellas:

 

- Estaba plagado de público, entre ellos, Javier Castellar... Alentando a los aplausos del gentío, apareció un ciclista que se dedicó a subir animando al público. El mundo al revés, pero resultaba gracioso...

 

- En la Estación de Canfranc había unos albañiles animando sin cesar... lo que hizo que un hombrecito vasco les dijera "¿qué pasa? ¿hoy no vais a poner ni un ladrillo?" ante el descojone del pelotón...

 

Los últimos kilómetros de Somport se hicieron entre la niebla. Recuerdo una humedad y un frío horroroso. La visibilidad a lo largo de la bajada dejaba bastante que desear. Afortunadamente la gente se comportó de maravilla en la bajada, y la organización señalizó muy bien las curvas peligrosas. Aprovechando que ya estábamos en territorio galo... "¡de chapeau!"

 

Una vez superada el descenso del Somport, unos cuantos kilómetros de transición, en su mayoría favorables, hasta llegar a Escot, donde comienza el temible Marie Blanque. Unos cinco kilómetros iniciales sencillos, pese a su asfalto rugoso, sirven de aperitivo a los terroríficos últimos cuatro, en los que las rampas apenas bajan del 10% de desnivel en ningún momento.

 

La experiencia dice que no hay que darlo todo en el Marie Blanque. Resulta mucho más explosivo que Somport y Portalet, y los excesos se pueden pagar con un tremendo pajarón en los siguientes tramos de la marcha. Así que me tomé el puerto con tranquilidad, rodando con el 34*27 y mucha paciencia entre la muchedumbre. ¿Paco? ¡Al fin apareció a falta de un par de kilómetros para la cima! Eso me sirvió para comprobar que, a pesar de la dureza del puerto, se podían subir los tramos más complicados entre bromas. Una vez llegada la cima, se podía decir que ya se había superado la mitad de la prueba.

 

Psicológicamente se había completado un tramo complicado. Ya no se pensaba en los 205 kilómetros, sino en los 102 que quedaban. Además, con poco más de 50 estaríamos en la cima del Portalet. Superado ese hito, se acabaría la marcha por "testiculina", así que la cosa ya empezaba a pintar bastante mejor. Ya habían desaparecido los temores de un par de meses antes de comenzar la marcha. Ya estábamos en el avituallamiento, y sabíamos que tras un pequeño descanso, no teníamos otro destino que el de la superación de nuestro reto...

 

Unos cuantos kilómetros de llano previos a la ascensión al Portalet y... ¡a armarse de paciencia! Desde Laruns, nada más y nada menos que 29 kilómetros hacia la gloria, o dicho de otra manera, hacia el hito más importante del recorrido. Dejamos a la izquierda la señal que indicaba la dirección hacie el Aubisque, dirigiéndonos a la frontera española. 

 

29000 metros de asfalto, con paisajes asombrosos, cascadas, lagos, embalses, ríos, túneles, animales... 1280 metros de desnivel para coronar el coloso que nos llevaría a superar la parte más dura del recorrido.

 

Reconozco que el año pasado pagué la novatada, y lo pasé fatal en el Portalet. El asfixiante calor que hizo también colaboró mucho en el pajarón que cogí en esa ascensión. Llegar hasta el final fue cuestión de echarle mucho valor, por no decir otra cosa... Así, este año decidí salir más tranquilo al inicio (18 minutos más que el año pasado en el control del Marie Blanque), para luego ir recuperando poco a poco. De hecho, en el tramo entre el Marie Blanque recuperé 36 minutos, casi todos ellos en el Portalet.

 

Para no hundirme psicológicamente, me imaginé que no era un puerto muy largo, sino tres cortos. El primer tramo, más o menos sencillo, me llevó hasta Le Soussoeu. Nueve kilómetros alrededor de un 4% de desnivel, en los que subí en grupo, con bastante cadencia, y sin complicaciones. Tuve la tentación de emocionarme, pero los malos recuerdos de 2008 me frenaron. Mejor. A algunos ya les pasaba factura el esfuerzo, así que era cuestión de ir animando a esa gente para que no se rindiera.

 

El segundo tramo, hasta el Lac de Fabrègues, dos kilómetros después de la presa de Artouste, es probablemente el más duro, o al menos así me lo pareció. Muchos tramos al 7% se sucedían, con algunos descansos. Aquí lo pasé algo mal, así que decidí regular y llegar tranquilamente al siguiente avituallamiento. Aquí fue donde me volvió a adelantar Paco.

 

La parada en el avituallamiento, a 11 kilómetros de la cima, me dio la vida... Plátanos, frutos secos, Coca Cola, agua, bebida isotónica... todo iba bien para recuperar... ¡vaya si fue bien!

 

(ESTA CRÓNICA ME VA A LLEVAR UN TIEMPECITO, PACO, LA SIGO RELLENANDO ESTA NOCHE... PUEDES IR PASANDO LOS VÍDEOS. HOY O MAÑANA QUEDARÁ TERMINADA)

 

TO BE CONTINUED... ;)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Última actualización 24/06/2009 21:10:58

Francisco De Casa 22/12/2008 17:05:32

Ahí va mi video-resumen de la quebrantahuesos 2009:


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