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Tren de largo recorrido

12 - Abril - 2015 

Rutas de la segunda quincena del mes de julio.


19 de julio. La vida une y separa. Es un tren de largo recorrido en el que realmente apenas hay gente que te va a acompañar siempre en el mismo vagón. Muy pocos van a estar dispuesto a ello. En cualquier caso, eso es algo con lo que hay que contar. Cuando un pasajero se apea en alguna estación, no por ello vas a despedirte con un hasta nunca. Siempre es mejor un hasta la próxima. Eso me ocurre con Juan Carlos, gran amigo de la facultad, de esos tiempos mozos que ya han pasado a un segundo plano tantos años después. Ahora, como con tanta otra gente, sólo nos vemos cuando el destino nos une, habitualmente en las carreteras. Dicho sea de paso, eso suele suponer una alegría bien grande. Después de ascender el Oronet desde Torres Torres y bajar hasta el cruce de Serra con Canteras, allí le veo, en el mismo lugar en el que espero a mis compañeros de Rodadores.

Nos unimos a la expedición de Rodadores. Al principio la conversación es más o menos convencional. ¿Te acuerdas de esto? ¿De esto otro? Yo fui a Pirineos. Pues yo también. Por cierto, he estado en los Dolomitas, una pasada... y bla bla bla... Tenemos tanto que contarnos que le acabo convenciendo para venir a La Frontera con nosotros. El descenso del Oronet, incluido el tramo hasta Estivella, es un auténtico descojone. Dani se une a la fiesta, y su sentido del humor encaja perfectamente con el nuestro... hemos vuelto quince años atrás. Otra vez jóvenes. ¿Acaso dejamos de serlo? Para colmo, la equipación que luce Chevi incita unívocamente al cachondeo. ¿Dónde va este tipo con un maillot y un culotte que simulan un frac con corbata y todo?

Julián Ramón está por delante. Ha salido antes. Disfruta con sus largas cabalgadas. Es Mister Frontera. Deberían ponerle una placa en la cima. A lo largo de 2014 se lo va a subir veinticinco veces. ¿Hay alguien que le supere? No lo creo. Esta vez se detiene en las rampas más duras, a propósito, para disfrutar de nuestras caras desencajadas. Unas más, otras menos. Yo me lo tomo con calma. Después de los esfuerzos en Navarra y en Italia, me apetece disfrutar sin más. En la cima nos despedimos de Juan Carlos. Hasta pronto, nunca mejor dicho.

Después del almuerzo, vuelvo a mi casa, muy próxima a Estivella. Aprovecho que unos cuantos descarriados prefieren volver por el Oronet para completar la etapa con una ascensión a la Font del Compte. Tristemente (escrito desde la perspectiva de quien elabora este relato con meses de retraso) se trata de los últimos kilómetros que comparto con Carol como "rodadora". No es momento de entrar en polémicas ni de desempolvar lo que en otro círculo de amistades llamamos dramas del primer mundo. Simplemente diré que Carol ha sido una de las personas protagonistas de mis mejores años en Rodadores, bien sea en sus inicios por Cheste, o en rutas de bastante más enjundia, como Alcoy, Ademuz, en marchas como la Subida al Veleta con ella sobre la bici, o en la Quebrantahuesos desde la cuneta. Espero que ese "hasta pronto" que horas atrás le daba a Juan Carlos en La Frontera sea aplicable a la Primera Rodadora de la Historia.

Por cierto, la Font del Compte es una encerrona. La recordaba fácil y, sin ser complicada, se hace dura a estas alturas. Con tres puertos en las piernas y ganas de llegar a casa, resulta pesado andar sorteando algunos tramos con gravilla y firme irregular y, sobre todo, ascender las exigentes rampas del final. Para colmo, el nombre deja bastante que desear. El lugar es muy bonito. Otro punto de vista de mi apreciada Calderona, ¡pero la fuente del conde se ha quedado seca! No lo lamento por la nobleza, sino por mi garganta, que permanecerá ansiosa de agua hasta llegar a Torres Torres.

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20 de julio. Ruta clásica para los días en los que apenas dispongo de tiempo pero quiero saciar mi apetito cicloturista: Povitxol por ambas vertientes.

21 de julio. Continúo a la caza de mi marca personal en puertos ascendidos. Esta vez me estreno con una subida más o menos sencilla: la Cuesta de los Mineros, en Hinojosas de Calatrava, un pequeño pueblo inmerso en el Valle de Alcudia, muy próximo al puerto de Mestanza. Lo vi desde los caminos por los que solíamos pasear hace unos días. Sí, esos paseos que siempre se recordarán por motivos tan especiales. Descargo la bicicleta. Vuelve a ser bien tarde, por aquello de que acabo evitando las horas en las que el calor es más acuciante. Los niños salen de la piscina y me miran con extrañeza. ¿Para qué viene este tío aquí a estas horas? El pueblo está repleto de veraneantes, de familiares de esos antepasados que un día dejaron las tierras de minas para labrarse un futuro teóricamente mejor en la gran ciudad. Me atrevo con la subida más liviana, por caminos de tierra perfectos para rodar, con alguna dificultad y rampas ocasionalmente difíciles. Cuando llegas arriba, te cercioras del desnivel. Al fin y al cabo, no es pecata minuta. Desde allí, entre olivares, bajo por el camino hormigonado, de pendiente casi imposible, de ésas que recuerdan a Castilnegro, hasta alcanzar en un santiamén de nuevo las calles de Hinojosas de Calatrava. Ahora los niños juegan a la pelota. Cargo la bicicleta al coche y vuelvo a casa con cierta nostalgia de tiempos pasados que, después de todo, no fueron mejores, porque lo mejor está por llegar.

22 de julio. Todo suma. Hoy saco a pasear mi Ghost al Terri, para volver a casa por el Pozo Elorza, por aquello de dar un poco más de empaque a la excursión. Otro clásico de los días con poco tiempo y mono de bicicleta.

24 de julio. Esta vez me llevo la bici cargada en el coche a Belvís, una pequeña aldea a medio camino entre Puertollano y Calzada de Calatrava. El motivo está bien claro: ascender el Castillo de Salvatierra. Me dirijo al castillo por los caminos rurales que transitan a pie de la sierra que prácticamente está a un paso de Despeñaperros. Me encanta. La ascensión en sí misma es espectacular. Saben ustedes de sobra que soy un amante de este deporte en su estado más puro. Eso hace que si Dios quiere acabe participando algún día en otras marchas cicloturistas en el extranjero. Mis más allegados ya conocen de sobra que tengo entre ceja y ceja París-Roubaix y Tour de Flandes. Comprenderán entonces que tener una subida de 2.4 kilómetros al 8.7% de pendiente media repleta de adoquines es un lujo para los sentidos. No sin esfuerzo, puesto que el tramo central es terriblemente duro, disfruto como un niño cuando llego a la cumbre, la misma que ya relaté con pelos y señales en un capítulo meses atrás. Sé que será la última vez que mi Ghost llegue hasta aquí. Ella se despide de tan insigne lugar como merece, y los dos volvemos con premura a Belvís. Esta vez sí, se nos hace de noche por los caminos rurales. Por suerte, me los conozco como la palma de la mano y hay luna llena. Me recuerda a la Brevet 300 de Puertollano, con Julián y Miguel Ángel como magníficos compañeros de fiesta. Ya en Belvís, las señoras del lugar me vuelven a mirar con extrañeza. De verdad, estoy empezando a pensar que soy un bicho raro, ¡pero qué bien me lo paso!

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26 de julio. Otra vez subo el Oronet por El Tochar para acabar esperando a los Rodadores en Serra, y otra vez vuelvo a encontrarme a Juan Carlos. Esta vez el hasta pronto ha sido fiel a su significado. Hoy viene Pere con nosotros. De los pocos que continúan muchos años en el mismo vagón en ese tren de largo recorrido. En ese tren que, por ejemplo, un día nos llevó al Mont Ventoux, a la Croix de Fer, a Alpe d'Huez, al Galibier... o a Casas del Río. Esta etapa será siempre recordada por el estreno de la subida a La Paz con Rodadores. Todo el mundo esperaba una "vicentada" sin más, pero esta ascensión es bastante más que eso. Corta, sí, pero con longitud suficiente para disfrutar. Dura, sí, pero no tanto como para sufrir en exceso. Perfectamente asfaltada... Con todo esto, evidentemente, acabó gustando, y repetiremos. Resulta gratificante descubrir rutas nuevas. A veces son un fiasco, no lo voy a negar. Otras, como ésta, un acierto.

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Aprovechamos el almuerzo en el Bar Ruiz, en plena playa de L'Almardá, junto a las dunas de arena, para dar carpetazo a esta parte de la temporada y hablar de los proyectos del verano: vacaciones, excursiones y demás.

27 de julio. Ruta en busca de nuevas subidas, con éxito agridulce. Sigo el plano de una referencia a una pequeña colina detrás de Faura, pero el camino es demasiado malo y no lleva a ningún sitio que realmente merezca la pena. Después coincido con Carol y Toni, a quienes les enseño la subida que hay tras la ermita de Santa Bárbara. ¡Eso sí! Un solo kilómetro, pero duele mucho. Después les dejo para probar con La Retoressa, pequeña colina que me gusta mucho, si bien me parece que más por la vertiente de Font de Quart.

28 de julio. Otra ruta clásica: Puerto de Mestanza por ambas vertientes; si bien la de Puertollano por la senda de los pinos. Todo cuenta. Todo suma. La marca personal de número de puertos va por buen camino. 

31 de julio. De nuevo en Cabezarrubias a las tantas de la tarde. Esta vez mi Ghost se va a despedir de Puente FEVE y del Mirador de Cabezarrubias, dos subidas muy exigentes que me van a acompañar muy a menudo en un futuro próximo. Acabo el mes con 37 puertos en las piernas, más que en ninguno hasta ahora; con 157 en lo que va de año (141 en 2013). Esto tiene muy buena pinta, si bien no es bueno confiarse. A final de año no saldré en bicicleta. Habrá cosas mejores que hacer en ese momento... Es por ello que quiero contar con un margen adecuado para llegar cuanto antes a los 230 puertos. ¿Seré capaz?

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Última actualización 12/04/2015 18:51:44


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