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Navajas, Tossal del Diners y La Garga: antesala de la primera etapa reina del año

5 - Mayo - 2014 

Primeras etapas de abril: El Terri, Navajas con Rodadores, Tossal dels Diners y La Garga; Puerto de Mestanza; previas a la etapa reina del Desierto de las Palmas.


3 de abril. Con la resaca de la ciclomaratón de doscientos kilómetros del pasado sábado, me he decidido a salir un rato con la bicicleta de montaña. Como viene siendo habitual estas últimas semanas, antes de hacerlo tenía una pereza bastante acusada, debido al cansancio acumulado. Entre el trabajo y los viajes, es preferible acotar suficientemente los entrenamientos. A veces, más es menos. No obstante, tampoco es bueno caer en la relajación excesiva, sobre todo cuando se acercan los principales objetivos de la temporada. Así pues, como jornada previa a lo que llegará el fin de semana, he optado por hacer algo sencillo, pero con una complicación puntual bastante exigente: la ascensión al parque El Terri. Es curioso. Me ha dado la sensación de no ir nada bien, de tener las piernas agarrotadas y el cuerpo sumido en un agotamiento absoluto; y sin embargo he rodado algo más rápido que en febrero.

 

5 de abril. Me apetecía volver con Rodadores. Por diversas circunstancias, este año no he frecuentado demasiado las etapas de mi querida peña. No siempre se tiene la misma disponibilidad para todo. Ésta me ha gustado especialmente, por distintos motivos. En primer lugar, porque llevaba años queriendo ir a Navajas en bicicleta desde Valencia. Sé que no es nada exagerado en cuanto a dureza. No hablamos de Gavarnie, ni de Mont Ventoux, ni del Veleta... pero sí de uno de los pueblos más bonitos de la Comunidad Valenciana, en el que ya habíamos hecho un par de pequeñas aventuras en las Jornadas de Puertas Abiertas (salidas sencillas en bicicleta de montaña con nuestras respectivas parejas) pero nunca una etapa tradicional al uso. Situada muy próxima a Segorbe, este pequeño municipio cuenta con unos ochocientos habitantes. El visitante desconocedor de lo que va a encontrar, generalmente se sorprende por la zona residencial, con grandes y cuidadas mansiones de las familias más adineradas de Valencia. Obviamente, cuando estas familias optaban por Navajas como destino, no era fruto de la casualidad. El entorno es precioso, teniendo el Salto de la Novia como principal delicatessen a degustar.

 

Para variar, la etapa ha estado protagonizada por el desquiciante viento en contra; cosa que más de uno ha aprovechado para rodar agazapado tras Diego y un servidor, a quienes la fluida conversación (llevábamos mucho tiempo sin coincidir en bicicleta) ha distraído de las inclemencias del dios Eolo.

 

Tras el esfuerzo de la semana anterior, tampoco tenía demasiadas ganas de machacarme, así que he subido el Oronet tranquilamente, con el grupo de Aurelio y Jesús, entre otros, al que se le ha sumado Fernando I de Burjassot y V de Alemania (últimamente nuestro único Fernando), quien siempre destaca por anteponer el compañerismo a su lucimiento personal. Él sale a divertirse, como debe ser. Probablemente podría haber llegado arriba en diez minutos menos, pero nos ha deleitado con su charla, sus chistes, y sus soliloquios mientras disfrutaba de los paisajes que nos ofrece la Calderona de una manera diferente a la habitual. Y decía que no podía hablar... 

 

Una vez reagrupados en la rotonda de Torres Torres, la cosa ha sido más o menos similar. Aire, aire... y de conversación sosegada, ya no sólo con Diego, sino también con Paco, Dani y Toni, quienes hemos hecho un grupo más que interesante. Se echaba de menos compartir estos ratos con los compañeros de siempre.

 

Lo mejor, sin duda, ha sido el tramo a partir de Segorbe, nada habitual en nuestras rutas. Me ha encantado ver a gente joven como Miguel, Axel o Josemi esforzándose a base de bien. Es un placer ver cómo van entrando con nosotros nuevos ciclistas que proporcionan a nuestra peña un espíritu de juventud que nunca debe perder (ni tampoco el de los más veteranos, no se me malinterprete). En particular, quiero destacar a Miguel, quien ha mejorado una barbaridad desde su primera etapa. Con mucha fuerza de voluntad, se está convirtiendo en el compañero con más progresión del año. Será que lo lleva en el nombre. Es curioso, pero si me preguntaran quiénes han sido las revelaciones de los últimos tres años; todos se llaman Miguel. Miguel Ángel Granero en 2012, quien pasó de padecer lo indecible en el Mont Ventoux (prácticamente su primer puerto) a devorar las montañas con patatas. Miguel Sánchez en 2013, quien antes de comenzar el año solía rodar en grupos retrasados y no era muy habitual en las etapas de fondo; y realizó un año sencillamente espectacular con sendas exhibiciones en Quebrantahuesos, Pirineos y Bola del Mundo. En 2014, todo apunta a que Miguel Vila nos mostrará unos límites que hasta ahora tanto nosotros como él mismo desconocemos.

 

A partir de Navajas, ha sido muy bonito el tramo hasta el Embalse del Regajo. Había rodado por allí en bicicleta, pero al otro lado, en la vía verde, en las famosas Jornadas de Puertas Abiertas. Me he lanzado a la aventura y he hecho unas cuantas series de fuerza. Me vendrán bien para el futuro inmediato. En cualquier caso, lo más destacable ha sido el paisaje una vez hemos llegado al embalse. Lo hemos cruzado, con una sensación parecida a las famosas etapas del Tour de Francia por Bretaña. Los que se han quedado directamente en Navajas, no saben lo que se han perdido.

 

 

El almuerzo ha sido bastante peculiar, protagonizado por un camarero del este con acento del sur que nos pedía que le ayudáramos a recoger la mesa con buenas palabras, y que nos decía que no quedaban huevos pero nos traía cada vez más tortillas. Surrealista. La cuestión es que me lo he pasado genial, aunque parte de mi bocadillo se haya ido al garete por un despiste a la hora de calibrar la apertura permitida entre los dos panes para asegurar la sujeción de la mezcla...

 

 

La vuelta ha sido muy tranquila hasta la rotonda de Torres Torres, donde hemos disfrutado de la aparición estelar de dos grandísimos compañeros: Álex y Carol. Obviamente, no ha habido ninguna opción mejor que tomarse la subida con calma y charlar en un grupo que prácticamente hemos formado los mismos que nos podemos ver tanto en la bicicleta como en un bar. Ha sido superdivertida, como lo suelen ser todas las ascensiones al Oronet por el Tochar últimamente. Hace años la recordaba por los ataques en la vaquería. Hoy en día, por las carcajadas desde el kilómetro cero. Tanto es así, que un hombre se ha escandalizado (de broma) por nuestros comentarios. Si dura un poco más, se suma a la fiesta. Al final, Fernando ha hecho las veces de fotografo, y he decidido, alocadamente, llegar a la cumbre en un santiamén. No he tenido en cuenta que él no veía más que por el objetivo, y por poco nos llevamos un susto de lo más tonto que ha quedado finalmente en anécdota.

 

Por si faltaba algo, arriba, Moiso. ¿Qué más se puede pedir? La jornada ha finalizado conversando desde ese momento con el campeonísimo hasta Burjassot, con una pequeña licencia para estirar la cuerda en Santa Bárbara, como es siempre habitual en un servidor. Mi particular Muro de Huy. En definitiva, grandísima etapa, ideal para cargar las pilas de cara a los retos venideros.

 

 

6 de abril. Hoy he ascendido dos puertos con categoría CIMA en la provincia de Alicante. El Coll de Rates - Tossal dels Diners, desde Parcent; y La Garga, desde Orba; ambos muy próximos entre sí.

 

Antes, he acabado de ver la parte del trazado que me faltaba por inspeccionar, en coche, de la segunda etapa reina de la temporada, en las comarcas de La Safor y La Marina. Promete ser espectacular. El 31 de mayo es la gran cita.

 

En Parcent, pueblo situado unos veinte kilómetros al sur de Pego, he podido presenciar los efectos del inicio de la primavera. El calor que me iba a azotar más tarde también tenía otros efectos sobre la población local.

 

El Coll de Rates es un puerto muy bonito, tradicional en la tristemente extinta Volta a la Comunitat Valenciana. Relativamente tendido, fluye cual si de una serpiente se tratara, dibujando una ese tras otra hasta alcanzar la cima conocida por todos. Hasta allí, es precioso, y moderadamente llevadero. Sin embargo, Miguel Ángel, a quien no se le escapa una, me había indicado "no subas sólo el Coll de Rates, anda un poquito por un tramo de tierra para volver a montar en bici y subir el Tossal dels Diners". Como casi siempre, tenía razón. Ha merecido la pena. El último tramo, cementado, de unos tres kilómetros con rampas de hasta el 18% de desnivel, me ha recordado a La Bola del Mundo, o al Monte Bartolo, sin ir más lejos. Posiblemente, de una manera un poco menos difícil, más humana. De todos modos, después de la etapa a Navajas del día anterior, no estaban tampoco las piernas para exhibiciones. Ante la atenta mirada de senderistas franceses, ingleses, japoneses, sudamericanos, y curiosamente de ningún alicantino, he llegado poco a poco, no sin gran esfuerzo, a lo que creía que era el final. Me las daba yo muy felices antes de girar la curva a la izquierda, con el Mediterráneo de frente y toda la ascensión perfectamente visible a mis pies. Tras este pequeño tramo llano, de celebración, al cambiar de dirección mi mirada he descubierto una rampa casi imposible. He ido hacia ella con la firme convicción de bajarme de la bicicleta antes de afrontarla. Justo abajo, me he dicho, ¿qué narices?, ¡a por ella!. ¡Y lo he hecho! Han sido poco más de cien metros a tope, a un esprint endiablado, al más puro estilo de Castilnegro, en Ciudad Real, el pasado mes de diciembre. No podía hacer otra cosa si quería llegar al final. Menos mal. Cuando lo hacías, veías, por sorpresa, que justo ahí acababa. En total, diez kilómetros al 6.6% de pendiente media y un tramo final sencillamente espectacular. A buen seguro, uno de los puertos más bonitos de la Comunidad Valenciana.

 

Tras el descenso, me he desplazado a Orba. No he encontrado ninguna indicación de La Garga, por lo que he tenido que telefonear a Miguel Ángel. Tenía serias dudas de subir, pero el Crack me ha animado. Con sus 11.1 kilómetros al 5.5% de pendiente media y un 17% de máxima; es quizá el gran desconocido de Alicante. Me ha parecido sencillamente precioso. Se va ascendiendo poco a poco por el Vall de Laguar, transitando por pequeños pueblos, tales como Fleix o Benimaurell. En el primero, he encontrado una fuente que me ha venido de lujo para evitar una deshidratación. En este último, a la ida me he equivocado y me he propinado otro rampón por error, hasta comprobar que la carretera se acababa en el aparcamiento de un restaurante. A la vuelta, he callejeado por el corazón del municipio, y por poco acabo en medio de una partida de pilota valenciana.

 

Como no podía ser de otra manera, las rampas más duras se suceden al final de la subida. En las circunstancias en las que me encontraba, no exagero si afirmo que me ha parecido más duro que el Marie Blanque. Después de Navajas y Tossal dels Diners, donde por cierto, no había un mísero billete, La Garga ha sido un colofón de cine al fin de semana. Más que a golpe de pedal, lo he coronado a golpe de chepazo, ante la atenta mirada de una señora holandesa que seguramente sería fan de Rooks, Breukink o Theunisse en aquellos maravillosos ochenta.

 

El descenso ha sido muy tranquilo, disfrutando de cada rincón proporcionado por el Vall de Laguar, y aprovechando para obsequiarme con un nuevo refrigerio en la fuente de Fleix. Difícilmente se puede aprovechar mejor un fin de semana.

 

10 de abril. Como antesala de la primera etapa reina del año con Rodadores, después del atracón de puertos y kilómetros del pasado fin de semana, he optado por una etapa habitual este año. Con la bicicleta de montaña, al puerto de Mestanza, por las sendas de la Dehesa Boyal. Buenas sensaciones para el próximo gran capítulo de la temporada.

 

 


Última actualización 06/05/2014 22:52:02


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