Parque Nacional de Cabañeros y otras rutas por La Mancha

13 de febrero. Hoy ha sido uno de los peores días que recuerdo sobre la bicicleta en los últimos meses. Recientemente he tenido demasiados viajes, demasiado estrés, quizás también demasiado trabajo. Antes de salir, ya estaba demasiado cansado. Sí, suena redundante, totalmente a propósito. Pues bien, estaba reventado en la cama, pero me he animado a salir con objeto de desentumecer el cuerpo para siguientes jornadas. Es curioso. A veces, cuando estás derrotado, necesitas una buena paliza para recuperarte. Eso mismo es lo que he hecho. He dado una pequeña vuelta tranquilamente; me he arrastrado por las carreteras evitando puertos y colinas, pero sufriendo sobremanera en cualquier leve repecho que se presentara. Desde el kilómetro cero estaba más tocado que en muchos finales de largas marchas cicloturistas. El regreso a Puertollano, por la carretera del poblado, se me ha hecho un mundo. No sufrí tanto ni siquiera en el Montdúver ni en la Bola del Mundo. Parece mentira. No obstante, esto es algo habitual cuando estñas cansado y no has acabado de coger la forma. Recuerdo que hace años, en mi primera Brevet de Puertollano, realicé una etapa la jornada anterior para soltar piernas, y pensaba que no iba a llegar al kilómetro cinco. Al día siguiente, fueron doscientos diez. Con esa mentalidad he hecho esta ruta. Ya habrá días mejores, y éste, a buen seguro, habrá facilitado su llegada. 

15 de febrero. No todo iban a ser duelos y quebrantos. Comenzaré aseverando que hoy la cosa no ha tenido que ver con la salida anterior. Tampoco es que me encontrara de cine, pero al menos sí para grabar un austero cortometraje. He madrugado y me he desplazado a Retuerta del Bullaque, un pequeño pueblo situado al noroeste de la provincia de Ciudad Real, fronterizo con Toledo, en pleno corazón del Parque Nacional de Cabañeros. Es una auténtica delicia visitar este lugar, donde habitan algunas especies que por desgracia están en peligro de extinción, tales como el águila imperial y el buitre negro. Ésta es una ruta que tenía en mente desde hace meses. Al final, los puertos CIMA de El Robledillo y Riscos de la Parada han tenido que esperar hasta hoy. Ha sido, empero, una especie de déjà vu para un servidor, puesto que mi experiencia se ha parecido muy mucho a la que me habá contado mi bienamado compañero Miguel Ángel con su hermano unos meses atrás. Es decir, he subido El Robledillo entre la nievla y la lluvia, bien abrigado, y Riscos de la Parada ataviado con el chubasquero para evitar un soberano y tal vez merecido constipado. Por suerte, el tiempo ha respetado en la parte final de este segundo puerto, cosa de la que me alegro, ya que tampoco tengo la intención de hacer referencia continuamente a la épica por doquier.

En números, El Robledillo tiene 8 kilómetros al 5.5% de pendiente media, y un 10% de pendiente máxima. El Risco de las Paradas, 9.6 kilómetros al 4.9% de pendiente media y un 11% de pendiente máxima. Son puertos muy bonitos, sobre todo el primero, al que las referencias que había escuchado de "Alpe d'Huez toledano" creo que, en cierto modo, no le vienen grandes. Hay una parte de constante curveo que me ha parecido preciosa. No he hecho apenas fotos porque con la niebla no se iba a apreciar gran cosa, y en el descenso la lluvia se ha intensificado, pero volveré. Dicho sea de paso, un año de estos también regresaré a Alpe d'Huez, al de verdad, y si es en compañía de Pere otra vez, mejor que mejor. Se le echa de menos por aquí. Tengo ganas de organizar de nuevo un viaje con los mejores amigos a algún lugar recóndito y disfrutar. Este año, con Miguel Ángel, estoy ansioso por participar en la Maratona y afrontar Crostis, Zoncolan y Tre Cime di Lavaredo.

Volvamos a los Montes de Toledo... La anécdota del día ha tenido como protagonista a una amable vaca que ha abandonado a sus compañeras para recorrer los primeros kilómetros del puerto por la carretera, al principio de El Robledillo, exactamente en el mismo sentido que yo. No es por echarme flores, pero yo iba más rápido. Lo malo es que cada vez que he intentado adelantarla, ella se giraba hacia mi lado, y, disculpen mi sandez, pero, esos cuernos acojonan. Así pues, he pasado dos kilómetros a poco más de diez por hora detrás de una vaca, hasta que ha empezado a mugir de alegría al encontrarse con unas amigas y ha decidido motu proprio abandonar la carretera y dejarme en paz.

Al concluir la jornada, he aprovechado para tomar fotografías del descenso de Riscos de la Parada, ya con mejor climatología, y de Navas de Estena, una preciosa población en la que, dicho sea de paso, vivió en su infancia una buena amiga que de vez en cuando lee este blog.

De vuelta a Puertollano, he alucinado de nuevo con los paisajes de la zona. Merece la pena visitar el Parque Nacional de Cabañeros. Espectacular.

16 de febrero. Hoy he realizado una ruta en bicicleta de montaña por las inmediaciones de Puertollano. Entre las encharcadas sendas que unen el pueblo con Almodóvar del Campo, he suido por primera vez una pequeña colina hasta el Molino. Reminiscencias quijotescas, fotos para las ascensiones solidarias de Miguel Ángel, y vuelta a empezar. Esta vez, para afrontar el exigente puerto del Mirador de la Santa, con el desvío final para su variante para ruedas gordas; el puerto de Retamar. El final es algo más llevadero, y entre caminos de tierra, permite divisar la llanura del valle desde una montaña en la que puedes sentirte bien grande. El descenso hacia Retamar es bastante divertido. Desde allí, me he dirigido hacia Puertollano a modo de ruta circular alternando la carretera nacional con sendas que he ido encontrando paralelas a la misma. Haciendo un poco el bruto, me he llenado de barro. Lo habitual cada vez que quiero innovar con caminos desconocidos... Al final, me he animado con la subida al Parque El Terri, acabando de esta manera la semana de una manera mucho más positiva a sus comienzos.

De esta manera, mientras escucha viejos discos de los Beatles, y sin embargo, atemporales, se despide un servidor hasta la próxima entrega.