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Irati Xtrem 2014

Posiblemente la marcha cicloturista más bella de la geografía nacional

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Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (1ª parte)

23 - Septiembre - 2014 en cicloturismo

Crónica de una marcha extrema como indica su nombre, más si cabe por las circunstancias que se dieron. Recuerdos imborrables en compañía de Axel, Cento, Chevi, Julián, Luismi y Miguel Ángel. (Viaje y día previo).


En ocasiones, la vida te da lecciones. Cada día se aprende; unos más que otros. A veces, te acaba poniendo a prueba. Es entonces cuando tienes que sacar lo mejor de ti mismo, darlo todo. Si es por una buena causa, mejor que mejor. Como se verá a continuación, a medida que vaya avanzando el relato, la Irati Xtrem supuso un ejemplo perfecto a tal efecto.

 

Hace años, nuestro compañero Paco de Casa participó en una lluviosa edición de la marcha navarra. Nos contó auténticas maravillas de la prueba y de los paisajes que ofrece al cicloturista, aunque dadas las circunstancias él no pudiera disfrutarlo tanto como si hubiera tenido una climatología más benigna.

 

Después de participar seis temporadas consecutivas en la Quebrantahuesos, me apetecía cambiar de aires. Nuevos retos y, sobre todo, nuevos lugares por conocer. He completado la marcha de Sabiñánigo en casi todas las situaciones imaginables: con y sin bielas, con frío y con calor, en seco y con aguaceros, solo y acompañado... Además, tras ser durante dos años consecutivos la peña ciclista más numerosa de la Comunidad Valenciana en tal evento, ¿qué quedaba por hacer? Aunque quede mal decirlo, la organización que supone movilizar a cerca de cincuenta personas entre socios, invitados y acompañantes es demasiado estresante. 

 

Así pues, la Irati Xtrem presentaba en 2014 no pocos alicientes: recorrido novedoso para mí, marcha más enfocada al cicloturismo, facilidad para la inscripción y para la organización de la logística, etcétera. Allá por el mes de noviembre del año pasado, unos cuantos valientes nos acabamos inscribiendo. Otros vinieron después. No fuimos tantos como en la Quebrantahuesos, pero no importa. Unos no podían por compromisos varios (bodas, trabajo o, sencillamente, económicos). Otros, imagino, necesitan siempre que haya un grupo que sirva de expedición y les cuenten las maravillas para iniciarse con retraso tras sentir la envidia sana correspondiente. De todos modos, siempre se echa de menos a los mejores amigos cuando están ausentes, pero tampoco es que uno ande ya buscando récords de participación de ningún tipo. Eso sí, ojalá pueda volver y hacerla con Diego, Moiso, Pere, Rober, Miguel y ese largo etcétera que me dejo en el tintero...

 

El caso es que fuimos siete, y un octavo en el corazón. Además de quien escribe, la expedición estuvo formada por Axel, Cento, Chevi, Julián, Luismi y Miguel Ángel. No quiero olvidarme de Carlos, amigo de Chevi, quien acudió en calidad de turista invitado sin obligación de sudar la gota gorda el sábado. De todos modos, insisto, no fuimos siete sino ocho los que hicimos la marcha. Siete pedaleando, y un octavo en el corazón de todos. El maestro de Gavarnie, el genio de los 300. Una de esas personas con las que se aprende y se disfruta. No pudo venir finalmente, pero quienes estuvimos, lo hicimos también por él. Seguro que en el futuro la disfrutaremos con él como tantas otras cosas. Julián Ramón, ¿quién si no?

 

 

Como siempre, partí el viaje en dos secciones. Jueves, a Madrid. Viernes, a Pirineos. El jueves Chevi tuvo problemas con el coche, hasta tal punto que no sabía si llegaría a Ochagavía. Después de miles de ofrecimientos de unos y de otros para posibilitar que nuestro gran presi y su amigo Carlos pudieran acudir a la cita por parte de todos los integrantes de la expedición, consiguieron llegar a Navarra el viernes con un coche de alquiler desde Teruel. ¡Menos mal!

 

Por mi parte, el viernes aproveché para detenerme en Soria a comer. Esta vez solo, pero con grandes recuerdos. Hacía un par de años que no visitaba la ciudad a la que escribieron desde Gustavo Adolfo Bécquer hasta Jaime Urrutia pasando por Antonio Machado. Desde allí acabé el viaje. Después de unas horas, ¡al fin en Ochagavía!

 

Menos mal que uno es previsor y, además, sabe aprovechar la circunstancia de acudir a una marcha con una organización bastante familiar. Resulta que al poco de aparcar me di cuenta que no tenía cobertura. No tenía manera de contactar con Chevi ni con nadie y, por tanto, de entrar a la casa en la que nos íbamos a alojar. Un hombre que estaba ayudando a ubicar los coches en el parking me ayudó a localizar a la dueña del piso, quien por otra parte era también miembro de la organización. Entre unas cosas y otras, acabamos Chevi, Carlos, Axel, Miguel Ángel y yo en casa. En el otro apartamento estarían Cento, Julián y Luismi.

 

Antes de cenar, aproveché para ir a comprar algo para tomar en nuestra posada. Ya de paso, cayeron unos cuantos quesos y mermeladas del lugar para futuras degustaciones culinarias en el hogar, con la familia. También anduve buscando como loco medicación en el coche que pensaba haber perdido. Sí, estaba en serias dudas mi participación al día siguiente, ya que tenía serias molestias en donde la espalda pierde su nombre, aunque parecían mitigarse con pomadas y ungüentos varios. No sabía lo que era ni las consecuencias que podía acarrear. Tampoco si me iba a poder sentar en el sillín o simplemente tendría ligeras molestias.

 

Ochagavía es un pequeño pero hermosísimo pueblecito de seiscientos habitantes, situado a unos ochenta y cinco kilómetros de Pamplona, en el valle de Salazar, al norte de Navarra, muy cercano con la frontera hispanofrancesa. Una joya para el visitante y un lujo para el cicloturista, no sólo por los parajes que ofrece en pleno corazón de la selva de Irati, sino por verlo engalanado y totalmente entregado para la ocasión. Tremendamente acogedor.

 

 

 

Así transcurrió el día, y la noche, cual si de un piso de estudiantes se tratara, cenando entre pastas, salsas, embutidos, carnes y demás; no sin olvidar ver el primer partido de la selección española de fútbol en el Mundial contra Holanda. No es que yo sea precisamente futbolero, pero la ocasión lo merecía. Cené rápido y me fui a la cama para reposar y hablar con la familia, aprovechando la cobertura del teléfono de Chevi y la generosidad del propietario. Pasaban los minutos y, mientras yo descansaba entre libros de Eduardo Mendoza y folletos de la Irati Xtrem, escuchaba los gritos de mis compañeros. Al principio, reinaba la confusión. Debemos ir ganando sobrados por lo que oigo, le dije a Marta. Si hubiera escuchado y no me hubiera limitado a oír, habría sabido que estaba ocurriendo todo lo contrario. En cualquier caso, ¿qué importaba? Había margen de recuperación, estábamos allí para participar en la Irati y, además, los éxitos deportivos de los nuestros tampoco nos iban a exonerar de ir a trabajar para mantenernos.

 

Era hora de dormir. Al día siguiente teníamos que madrugar, aunque no fuera mucho. Debíamos estar descansados para el gran reto del año con Rodadores: la Irati Xtrem.


Última actualización 25/09/2014 21:54:41

  1. 1. Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (1ª parte)
  2. 2. Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (2ª parte)
  3. 3. Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (3ª parte)
  4. 4. Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (4ª parte)
  5. 5. Irati Xtrem, la marcha más bella de la geografía nacional (5ª parte)
  6. 6. Fotos
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