¡Bienvenida BMC!

11 de septiembre. Tras el parón prudencial con objeto de recuperar la salud, vuelvo a montar en bicicleta en Puertollano. Clásica etapa vespertina con mi antigua Zeus de aluminio ascenciendo el puerto de Mestanza.

14 de septiembre. Siempre he sido un enamorado del puerto de Abantos. Aún recuerdo cuando era protagonista de las últimas etapas de la Vuelta, con Roberto Laiseka, José María Jiménez, Roberto Heras o Isidro Nozal. Desde entonces, el firme no ha hecho más que empeorar. El mantenimiento de la carretera es nefasto, por lo que apenas si se puede transitar con bicicleta de carretera por algunos tramos concretos. Empero, merece la pena la aventura. Abantos es Abantos, uno de los puertos de montaña más emblemáticos de la Península Ibérica. La imagen de la capital en el horizonte es majestuosa, casi tanto como la imagen de San Lorenzo del Escorial a vista de pájaro desde la propia ascensión. Acostumbrado a la Specialized de carbono, afrontar estos retos con un cuadro antiguo de aluminio da cierta pereza. No obstante, he podido con las rampas del coloso madrileño. No sin derramar más de una gota de sudor, he vuelto a llegar a la cima de uno de esos puertos con los que guardo una relación especial - era habitual en mis etapas cuando viví en Madrid diez años atrás -.

CAM0819716 de septiembre. Con el tiempo he ido desplazando mis hábitos a entrenar cada vez más con bicicleta de montaña. Resulta muy saludable, seguro y diferente. Me motiva hacer cosas distintas. Hoy es un día importante, puesto que he estrenado mi nueva bicicleta de montaña: una BMC de carbono que me va a permitir realizar en Puertollano el tipo de salidas que más necesito en estos momentos. Alejado del tráfico, con un mayor contacto con la naturaleza, y aprovechando algo mejor el tiempo de entrenamiento debido a la intensidad que exige está disciplina. Hoy he ido bien rápido. Será por el golpe de moral debido al estreno. Alguno ha querido ponerse a mi rueda para nada... El puerto de Mestanza, Pozo Elorza y El Terri han sido los protagonistas de una primera jornada con mi BMC. Se hace extraño circular con unas ruedas de veintinueve pulgadas cuando estás acostumbrado a algo más pequeño. Es como conducir un todoterreno. Aporta más seguridad, más agarre. En las subidas no creo que perjudique. En el llano, te hace mejorar ostensiblemente. Poco a poco será cuestión de irse acostumbrando. ¡Bienvenida, BMC!

CAM0822017 de septiembre. La BMC echa humo. Esta vez de vuelta al puerto de Mestanza.

18 de septiembre. Nueva y corta ruta con la BMC al parque El Terri. Pequeñito, pero matón. Mi estado de forma no es el más óptimo, pero ésta es una buena manera de preparar el último gran objetivo del año: la Bola del Mundo.

20 de septiembre. De vuelta a Valencia, aparco el coche en El Saler para esperar a los compañeros de Rodadores y participar en una de las típicas etapas a Cullera, bordeando el mar Mediterráneo y los preciosos parajes de la Albufera. Hoy se celebra la contrarreloj individual. Normalmente suelo obtener resultados bastante decentes, incluso logré la victoria allá por 2004. Hoy no me encuentro demasiado motivado. El parón de inicio de septiembre ha trastocado todos mis planes. Pensaba llegar mucho mejor. En agosto me sentía realmente fuerte, pero todo se fue al garete por las dichosas jaquecas. Sin demasiadas ganas, decido participar en la contrarreloj camino del Volcán de Cullera. Sorprendentemente, mi resultado es mejor de lo esperado. Quedo a las puertas del podio, por detrás de José (tercero), Paco (segundo), y de un estratosférico Chevi que hace honor a su merecidísimo sobrenombre tuitero de #chevileyenda. En el almuerzo, acabamos innovando yendo a uno de esos sitios en los que te ponen muchas cosas en el centro de la mesa sin mucho contenido y con bastante retraso. Parece que gusta, pero se me hace eterno. Cada vez valoro más volver pronto a casa. Por otros (alegres) motivos, ésta será mi última etapa con Rodadores en varios meses. Volveré.

21 de septiembre. En el fondo soy un nostálgico. Me encanta mi nueva adquisición (la BMC), pero le tengo especial cariño a mi primera bicicleta de montaña (antiguas incursiones noventeras aparte): la Ghost. Hoy he completado una etapa relativamente sencilla por las postrimerías de la Calderona, con las ascensiones a Segart y mi querido Povitxol. Bonita etapa con sabor añejo.